lunes, 14 de noviembre de 2016
La civilización griega era básicamente marítima, comercial y expansiva. Una realidad histórica en la que el componente geográfico jugó un papel crucial en la medida en que las características físicas del sur de la península de los Balcanes, de accidentado relieve, dificultaban la actividad agrícola y las comunicaciones internas, mientras que su dilatada longitud costera favorecía su expansión hacia ultramar. Un fenómeno sobre el que incidirían también de forma sustancial la presión demográfica originada por las sucesivas oleadas de pueblos (entre ellos los aqueos, los jonios y los dorios) que invadieron y ocuparon la Hélade a lo largo del III y II milenio a. C.
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